Los hombres se vuelven silenciosos
como lenguas cortadas,
como guitarras sin cuerdas.
Escupen improperios
sin ruido.
Miran de reojo las lágrimas
que caen sobre la tierra.
Hay hombres que no llegan
a eso porque nacieron sin alma,
nacieron rotos,
empujados al espanto
desde las llamas.
Pero los otros,
los que miraban,
los que fueron capaces
de otear el horizonte
y dibujar cartografías,
se vuelven silenciosos
porque el dolor
les corroe las laringes,
porque las celdas
son indestructibles,
porque los barrotes
no se doblan y tienen miedo.
Los hombres estúpidos alardean
del absurdo,
se pavonean por los corrales
agujerados de insignificancia,
pronto silenciosos.
Los hombres se vuelven silenciosos
por el zumbido de los motores
y la ausencia de esperanza.
Hombres que lloran en silencio,
sin lágrimas.
Silenciosos agachan la cabeza:
No inventaron nada,
no cambiaron nada.
Silenciosos, otros se venden
y son aplaudidos,
y al final,
pese a todos,
se vuelven silencio.
Se les ama a ratos,
como esteras de portal.
Se les pide,
se rompen en trozos
descubriendo el oro y la quimera.
Se desgañitan en habitaciones al vacío
para volverse silenciosos,
para ser silencio.
Los hombres se vuelven silenciosos
en el eco de los morteros
y en las ráfagas de amianto.
Las mujeres les aplauden
mientras se pelean por las guirnaldas
y el cacareo,
gritones y ruidosos,
silenciosos más tarde.
Incluso cuando cuentan historias
o dibujan su pecho
terminan por llegar al silencio.
Silenciosos cabecean
por las esquinas,
se muerden enfurecidos
de silencio o se derraman
como las frutas
maduras en el suelo.
Se vuelven silenciosos
porque no pudieron vivir,
porque no pudieron ser otra
cosa que sucedáneos,
que imitadores de porcelana.
Porque se quedaron en comparsas
de los mercaderes
y los mensajeros.
Porque,
por cada hombre
que habla de viejo
hay cientos de millones
que lloran sin que caiga
una sola gota de agua.
He leído varias veces este poema descriptivo (del «alma humana), casi metafísico, lleno de antítesis, y me gusta, es un poema al silencio del hombre, con un único testigo, la mujer, como otro símbolo.
No sé si lo habré entendido, pero me ha gustado mucho leerlo.
Un abrazo.
Otra vez bordado, jimarino. Pensaba en ese silencio el otro día, en la comida de navidad, frente a mi padre, derrotado, silencioso y sin fuerzas, sólo la severidad patética, la dureza en sus ojos sin alma. Pense ¿tanto lo ha derrotado la vida?. Al leer el poema he sentido algo de vergüenza ante mi crueldad. Sólo espero escapar de ese silencio que corroe a los hombres, de ese extraño mutismo que no es misterio, es miseria reducida a nada, y encima una nada sin lágrimas.
Chapeau por este profundo silencio masculino.
Brindo porque lloremos…
Carlos,
Tu historia me parece tremenda. No sé si alegrarme, como ya te dije, de que el poema inspirara algo así, pero al menos me reafirma en ese sentido del silencio masculino, en ese deambular nuestro por la extraña gravedad, por la desesperanza convertida en una mirada cruel y en una conversación sin palabras. Escapemos del silencio, estoy de acuerdo contigo. Mil gracias por pasarte de nuevo por aquí. Un abrazo.
Sabiendo lo que te cuesta escribir en cualquier sitio, me vuelve a llenar de satisfacción que te pierdas por mis lluvias. El otro día, al entrar en tu Puente azul y encontrarme tres entradas me froté las manos y me dispuse a disfrutar. Yo pienso que el profundo eres tú, que yo soy una máquina de expulsar palabras, que carezco de esa precisión tuya, que me pierdo por no guardar silencio. En fin, como nos escribimos poco, nos echamos flores, que anima mucho, y te agradezco de corazón el comentario.
Cuando escribí el poema, hace ya casi tres semanas, empecé a buscar imágenes que apoyaran la idea del silencio de los hombres. No encontraba nada, justo hasta el momento en que regresé a Bacon. Es inmenso, me gustaría tener más conocimientos para desentrañarlo entero, pero aún así, en esta ceguera deslumbrada, me resulta fabuloso. Había elegido otra obra de él, seguro que la conoces, una en la que sale un hombre reducido a un cuerpo y a un dentadura bajo un paragüas, y de fondo hay cuerpos de animales diseccionados, como si estuviera en un matadero. Al final me decidí por este. Creo que es la máxima expresión que hallé del silencio de los hombres. Aunque también estuve a punto de enviarte un correo para robarte alguno de tus cuadros. Hay pocos pintores que representen el silencio como tú lo haces.
Un abrazo muy fuerte…
Tú siempre entiendes, tienes miles de palabras para hacerlo. Te cuesta muy poco. Me alegra que te guste.
Tengo la sensación de que el silencio de las mujeres es otro, me resulta más indescifrable y fértil a un tiempo. Supongo que el tiempo futuro los hará parejos, seremos dos sexos de silencio, pero ahora me parece atisbar otro sentido. Desde luego el de los hombre suele ser poco interesante en la mayor parte de los casos. Se parece a los pucheros caprichosos de los niños a menudo, pero supongo que tiene sentido comprenderlo, y que algunos tienen razón de ser. Quizá lo tema, tema ser algún día silencio improductivo, silencio de dolor, silencio ensordecido y violento, silencio extinguido y machacado, como sucede en tantos y tantos hombres que se cruzan por mi camino, o que temerlo, sea simplemente una precaución, y estas sean mi lágrimas -con agua- para evitarlo.
Un beso
Debo decir que es maravilloso.
Cuando lo leí, se me antojó leer «9 Monstruos » de Cesar Vallejo. Pero preferí «El Extranjero» de Kamus… 😀
Me siento un poco boba por que no me atrevo a aventurar alguna reflexión que peque de osada e impertinente.( de hecho estaba aca tonteado, bastante rato en medio del dilema de enviar o no enviar…) En cambio te ofrezco como ofrenda, algunas ideas de lo que me hizo sentir:
Esta parte es mi favorita:
Hombres que lloran en silencio,
sin lágrimas.
Silenciosos agachan la cabeza:
No inventaron nada,
no cambiaron nada.
Silenciosos, otros se venden
y son aplaudidos,
y al final,
pese a todos,
se vuelven silencio.
El domingo pasado me dirigí a votar al Referéndum Constitucional de mi país. Una mezcla de desidia dominguera y ansiedad por los resultados. Odio a este gobierno; ¿por? lo que entiende por socialismo, no es nada más que tertulia de lavandería. Reciclado Venezolano que oculta una sed de venganza de 500 años.
Sin embargo, al emitir mi voto, honrado esta «vocación democrática» – pseudo adjetivo acuñado por los románticos de los derechos humanos- que se me ha otorgado como don… Me ví confrontada un pequeño instante…
Demócrata sin aportes,
La ciudadanía es cosa de días festivos
El resto del año, escupo sobre los Pichinchas
Mitad blanca, mitad india
Odiada a medias, amada a medias
Vientre demudado, infertil e ignorante
De un fruto cuya semilla fue plantada… pero que no germinó y no lo hará…
Indiferente y desdeñosa
Miro el futuro sin esperanza…
Atascada en la tibieza cómoda de mi conformismo
Sólo atino a recitar…
«…Así, medio rabiosa se lamenta
(a medias) de ser el medio
del que comen otros
a quienes no alcanza a entender ni medio…»
Ouau!!! Menudo comentario Lucifera. El pequeño poema es magnífico. Supongo que la realidad de tu país es como un cuento al revés. No me gustan los que se declaran salvadores de nada, y creo que tu Venezuela tiene de socialista lo que yo de torero.
Tu texto no tiene desperdicio, te lo agradezco profundamente y espero que puedas mirar pronto el futuro con esperanza.
Hace algunos años, cuando trabajaba en una ciudad costera cerca de Valencia, conocí a una pareja de maravillosos Venezolanos. Entonces en Europa, aún se miraba a Chavez con buenos ojos. Los dos tenían nacionalidad española, y desde luego no eran ni ricachones del petroleo ni gente conservadora. Fueron ellos los primeros que me dijeron, que el problema de Venezuela es que estaba perdiendo su futuro sin resolver en el fondo absolutamente nada de los problemas que habían aquejado durante décadas al país, que la vida era imposible, y pronunciaron justo esa misma frase que tú escribiste; se están desempolvando de golpe y sin cabeza 500 años de odio acumulado…
Gracias por lo de Cesar Vallejo, pero no le llego ni a la suela de los pies. No te sientas boba, me ha llenado de ilusión tenerte por Los perros de la lluvia y poder leer una confesión tan hermosa (mitad blanca, mitad india, odiada a medias, amada a medias)
Tienes una furia verbal casi sagrada
Un abrazo muy fuerte…
Nos vemos.
Jimarino, que potente es tu escritura. Que profundo es el camino del silencio y del hombre ¡y que bien lo acompaña Bacon!
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He leído varias veces este poema descriptivo (del «alma humana), casi metafísico, lleno de antítesis, y me gusta, es un poema al silencio del hombre, con un único testigo, la mujer, como otro símbolo.
No sé si lo habré entendido, pero me ha gustado mucho leerlo.
Un abrazo.
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Otra vez bordado, jimarino. Pensaba en ese silencio el otro día, en la comida de navidad, frente a mi padre, derrotado, silencioso y sin fuerzas, sólo la severidad patética, la dureza en sus ojos sin alma. Pense ¿tanto lo ha derrotado la vida?. Al leer el poema he sentido algo de vergüenza ante mi crueldad. Sólo espero escapar de ese silencio que corroe a los hombres, de ese extraño mutismo que no es misterio, es miseria reducida a nada, y encima una nada sin lágrimas.
Chapeau por este profundo silencio masculino.
Brindo porque lloremos…
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Carlos,
Tu historia me parece tremenda. No sé si alegrarme, como ya te dije, de que el poema inspirara algo así, pero al menos me reafirma en ese sentido del silencio masculino, en ese deambular nuestro por la extraña gravedad, por la desesperanza convertida en una mirada cruel y en una conversación sin palabras. Escapemos del silencio, estoy de acuerdo contigo. Mil gracias por pasarte de nuevo por aquí. Un abrazo.
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Querido Gaviero;
Sabiendo lo que te cuesta escribir en cualquier sitio, me vuelve a llenar de satisfacción que te pierdas por mis lluvias. El otro día, al entrar en tu Puente azul y encontrarme tres entradas me froté las manos y me dispuse a disfrutar. Yo pienso que el profundo eres tú, que yo soy una máquina de expulsar palabras, que carezco de esa precisión tuya, que me pierdo por no guardar silencio. En fin, como nos escribimos poco, nos echamos flores, que anima mucho, y te agradezco de corazón el comentario.
Cuando escribí el poema, hace ya casi tres semanas, empecé a buscar imágenes que apoyaran la idea del silencio de los hombres. No encontraba nada, justo hasta el momento en que regresé a Bacon. Es inmenso, me gustaría tener más conocimientos para desentrañarlo entero, pero aún así, en esta ceguera deslumbrada, me resulta fabuloso. Había elegido otra obra de él, seguro que la conoces, una en la que sale un hombre reducido a un cuerpo y a un dentadura bajo un paragüas, y de fondo hay cuerpos de animales diseccionados, como si estuviera en un matadero. Al final me decidí por este. Creo que es la máxima expresión que hallé del silencio de los hombres. Aunque también estuve a punto de enviarte un correo para robarte alguno de tus cuadros. Hay pocos pintores que representen el silencio como tú lo haces.
Un abrazo muy fuerte…
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Alfaro,
Tú siempre entiendes, tienes miles de palabras para hacerlo. Te cuesta muy poco. Me alegra que te guste.
Tengo la sensación de que el silencio de las mujeres es otro, me resulta más indescifrable y fértil a un tiempo. Supongo que el tiempo futuro los hará parejos, seremos dos sexos de silencio, pero ahora me parece atisbar otro sentido. Desde luego el de los hombre suele ser poco interesante en la mayor parte de los casos. Se parece a los pucheros caprichosos de los niños a menudo, pero supongo que tiene sentido comprenderlo, y que algunos tienen razón de ser. Quizá lo tema, tema ser algún día silencio improductivo, silencio de dolor, silencio ensordecido y violento, silencio extinguido y machacado, como sucede en tantos y tantos hombres que se cruzan por mi camino, o que temerlo, sea simplemente una precaución, y estas sean mi lágrimas -con agua- para evitarlo.
Un beso
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Debo decir que es maravilloso.
Cuando lo leí, se me antojó leer «9 Monstruos » de Cesar Vallejo. Pero preferí «El Extranjero» de Kamus… 😀
Me siento un poco boba por que no me atrevo a aventurar alguna reflexión que peque de osada e impertinente.( de hecho estaba aca tonteado, bastante rato en medio del dilema de enviar o no enviar…) En cambio te ofrezco como ofrenda, algunas ideas de lo que me hizo sentir:
Esta parte es mi favorita:
Hombres que lloran en silencio,
sin lágrimas.
Silenciosos agachan la cabeza:
No inventaron nada,
no cambiaron nada.
Silenciosos, otros se venden
y son aplaudidos,
y al final,
pese a todos,
se vuelven silencio.
El domingo pasado me dirigí a votar al Referéndum Constitucional de mi país. Una mezcla de desidia dominguera y ansiedad por los resultados. Odio a este gobierno; ¿por? lo que entiende por socialismo, no es nada más que tertulia de lavandería. Reciclado Venezolano que oculta una sed de venganza de 500 años.
Sin embargo, al emitir mi voto, honrado esta «vocación democrática» – pseudo adjetivo acuñado por los románticos de los derechos humanos- que se me ha otorgado como don… Me ví confrontada un pequeño instante…
Demócrata sin aportes,
La ciudadanía es cosa de días festivos
El resto del año, escupo sobre los Pichinchas
Mitad blanca, mitad india
Odiada a medias, amada a medias
Vientre demudado, infertil e ignorante
De un fruto cuya semilla fue plantada… pero que no germinó y no lo hará…
Indiferente y desdeñosa
Miro el futuro sin esperanza…
Atascada en la tibieza cómoda de mi conformismo
Sólo atino a recitar…
«…Así, medio rabiosa se lamenta
(a medias) de ser el medio
del que comen otros
a quienes no alcanza a entender ni medio…»
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Ouau!!! Menudo comentario Lucifera. El pequeño poema es magnífico. Supongo que la realidad de tu país es como un cuento al revés. No me gustan los que se declaran salvadores de nada, y creo que tu Venezuela tiene de socialista lo que yo de torero.
Tu texto no tiene desperdicio, te lo agradezco profundamente y espero que puedas mirar pronto el futuro con esperanza.
Hace algunos años, cuando trabajaba en una ciudad costera cerca de Valencia, conocí a una pareja de maravillosos Venezolanos. Entonces en Europa, aún se miraba a Chavez con buenos ojos. Los dos tenían nacionalidad española, y desde luego no eran ni ricachones del petroleo ni gente conservadora. Fueron ellos los primeros que me dijeron, que el problema de Venezuela es que estaba perdiendo su futuro sin resolver en el fondo absolutamente nada de los problemas que habían aquejado durante décadas al país, que la vida era imposible, y pronunciaron justo esa misma frase que tú escribiste; se están desempolvando de golpe y sin cabeza 500 años de odio acumulado…
Gracias por lo de Cesar Vallejo, pero no le llego ni a la suela de los pies. No te sientas boba, me ha llenado de ilusión tenerte por Los perros de la lluvia y poder leer una confesión tan hermosa (mitad blanca, mitad india, odiada a medias, amada a medias)
Tienes una furia verbal casi sagrada
Un abrazo muy fuerte…
Nos vemos.
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