Se levantó, abrió la puerta y bajó al piso inferior, se dirigió a la máquina de café, saludó a Said y compró su desayuno, a continuación volvió a subir a la habitación, hacía frío, estaba oscuro, el día comenzaba tal y como había acabado, pensó en que confundir un principio con un final era la manera más desoladora de iniciar algo.
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Se levantó temprano, el día nacía oscuro, lluvioso, pero pensó que era un día más, otro que debía apurar para alcanzar lo improbable, lo misterioso. Podía ser el mejor día de su vida o no, pero había que vivirlo. Abrió la puerta y bajó al piso inferior. Se sentía protegida por aquellos muros envejecidos, por el rumor de las habitaciones, por la presencia de otros inquilinos como ella que, seguramente, habían tenido una sensación parecida. ¿Y si alguno hubiera hecho lo mismo en ese instante y los dos se hubieran cruzado camino de la máquina de café, y saludado casi al mismo tiempo a Said, y entablado después una amistosa conversación?. Tras cada monotonía vivida se esconde el sentido de lo que somos, a veces no nos sorprende, o incluso nos abruma, pero hay que tener paciencia y estar atento. Compró el desayuno, y el olor del café le hizo pensar en la cocina de su casa, en la sonrisa de su madre, en su gato correteando por las baldosas. Uno, cuando vive lejos de su lugar, tiene la sensación de que el tiempo es irreal, a menudo prescindible, pero ella se esforzó por descubrir en aquel café con leche algo familiar o en deleitarse tan sólo con los sorbitos diminutos y cálidos que le calentaban el cuerpo. El día comenzaba tal y como había acabado, y eso era cierto, pero quizá necesitamos de la repetición para acostumbrarnos a lo nuevo, y ella lo sabía, y quizá debía insistir en ello, comprender que casi todo, después de un tiempo, nos resulta familiar, y cuando algo alcanza ese rango, deja de ser desolación y se convierte en memoria, memoria que al darse sin emoción, deja de hacernos daño.
Que cerca queda la rutina de la magia de lo cotidiano. Supongo que la clave descansa en observar con la mirada adecuada.
Joder, dicho así parece facil … ojala siempre fuera sencillo.
Muchísima gracias, pero siento decirte que el tuyo me parece muchísimo mejor que el mío, es extraordinario, con ventaja el mejor de cuantos he visto en el los últimos meses. Un abrazo
Que cerca queda la rutina de la magia de lo cotidiano. Supongo que la clave descansa en observar con la mirada adecuada.
Joder, dicho así parece facil … ojala siempre fuera sencillo.
besos, fer
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He recorrido tu blog y me parece interesantísimo, enhorabuena.
Un saludo
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Muchísima gracias, pero siento decirte que el tuyo me parece muchísimo mejor que el mío, es extraordinario, con ventaja el mejor de cuantos he visto en el los últimos meses. Un abrazo
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